Lo hermoso y lo invisible

Amigo lector, nos hemos permitido un breve descanso en las entradas sobre Ciencia y pseudociencias. A cambio, te ofrecemos un relato corto de ciencia ficción. Esperamos que lo disfrutes. 🙂

LO HERMOSO Y LO INVISIBLE

Autores: Eduardo Gallego & Guillem Sánchez.


En recuerdo de Italo Calvino.

 El viajero deberá abandonar las rutas más frecuentadas si desea visitar Myxia.

Myxia siempre fue un mundo hermoso. Océanos de un azul profundo, cielos turquesas entreverados de blanco, montañas cubiertas de bosques que cambian de color con el devenir de las estaciones…

En cuanto tuvieron uso de razón, sus moradores quedaron subyugados por tanta belleza. Aprehenderla, disfrutarla y por qué no, mejorarla, se convirtió en un sueño, un ideal a perseguir.

Los años dieron paso a los siglos, y estos a los milenios. Aquellos moradores acabaron por erigirse en la especie dominante, los amos del planeta. Nada ni nadie podía oponérseles. Por fin materializarían sus sueños, convertirían lo hermoso en sublime.

Primero allanaron montañas, encauzaron ríos, domesticaron el clima. Todo debía fluir en armonía, sin sobresaltos, convertirse en el perfecto escenario para disfrutar de los sentidos.

Luego se ocuparon de los animales y los árboles. Eliminaron a los feos, los molestos, los que ponían una nota discordante en el paisaje idílico.

Finalmente llegó el turno de las malas hierbas, los hongos y los microbios. Todo aquello que no se ajustase al canon de belleza debía erradicarse. Por desgracia, aquellos esquivos seres eran difíciles de matar. Se requería sutileza, hilar fino.

Así, liberaron virus de diseño para que se ocuparan del trabajo sucio. Su eficacia había sido evaluada y probada. Sin embargo, a los amos del mundo se les pasó por alto un pequeño detalle.

La vida es, en el fondo, un subproducto de la evolución. Esta no sigue un propósito ni prevé el futuro. Su motor último es el azar, los cambios imprevistos. Luego, la selección natural realizará su labor de escarda, ciega a las consecuencias.

Un virus concebido para exterminar cierta maleza acabó donde no debía, por culpa de un insecto vector despistado. En vez de a la planta cuyo metabolismo pretendía bloquear, fue a parar al interior de un alga microscópica. El virus no mató a la inesperada anfitriona, sino que se insertó en su genoma y aguardó tiempos mejores.

En su momento, el alga fue fagocitada por un modesto moho del fango en el que nadie se había fijado antes. El alga no fue digerida, como cabía esperar. Mantuvo su integridad e incluso empezó a multiplicarse dentro del moho, en un ambiente acogedor. Los genes que le proporcionaba el virus se lo permitieron.

Hoy, la única cosa viva que queda en Myxia es el moho del fango. Su cuerpo gelatinoso lo cubre todo, desde las altas cumbres hasta las orgullosas ciudades donde yacen las osamentas de sus moradores. Ya no le queda nada que devorar, aunque le da lo mismo. Gracias a las algas que alberga en su interior puede absorber la energía del sol y sobrevivir.

El moho luce un llamativo color verde esmeralda. Su superficie se estremece de tarde en tarde con un latido majestuoso y lento.

A su manera, es hermoso.

La mujer alta

Muchos de nosotros, cuando cursábamos estudios de bachillerato (me refiero al antiguo BUP, no al actual), tuvimos que leer y comentar la obra más famosa del escritor accitano (sí, ése es el gentilicio de Guadix, en la provincia de Granada, España) Pedro Antonio de Alarcón (1833-1891), El sombrero de tres picos (1874). Se trata de una excelente novela corta, muestra de la maestría narrativa de este autor.

Pedro Antonio Joaquín Melitón de Alarcón y Ariza (fuente: commons.wikimedia.org)

Alarcón se asocia a la corriente realista de la literatura española, si bien se inició como escritor de corte romántico. De su pluma salieron obras costumbristas, libros de viajes… Su producción literaria, por fortuna para el lector, ha sido digitalizada y puede leerse en Internet.

Te preguntarás, amable lector, por qué hablamos de Alarcón en un blog dedicado a lo fantástico. Pues bien, este autor, como muchos otros colegas en la España de la segunda mitad del siglo XIX, leyó a Edgar Allan Poe, lo disfrutó… y fue influenciado por el genial escritor americano. Al menos, ésa es la impresión que da la lectura de El clavo (1853), una de las primeras (si no la primera) novelas policíacas en nuestro idioma. No destriparemos aquí el argumento; simplemente, recomendamos su lectura. Por cierto, se rodó una película sobre ella en 1944, e incluso hubo una adaptación para Televisión Española (protagonizada por Mónica Randall en 1971, creemos; si alguien la localiza en algún recoveco de Internet, le agradeceríamos que nos lo hiciera saber).

Más aún. En su antología Narraciones inverosímiles encontramos un par de cuentos que pueden ser de interés para los amigos de la literatura fantástica. Por un lado, tenemos El amigo de la muerte (1852), cuyo título ya nos indica de qué va. Dejando de lado algún párrafo sensiblero, se lee con agrado y logra sorprendernos al final. Sin embargo, la obra más notable, la que nos ha motivado a escribir esta entrada, es La mujer alta (1881). Algunos estudiosos opinan que es el mejor cuento de terror escrito en lengua española. ¿Exagerado? Es el lector quien debe juzgarlo. Si nos pides nuestra opinión, amigo internauta, nos parece un relato magnífico, que inquieta y logra transmitir desasosiego, aparte de estar muy bien escrito. Te animamos a disfrutarlo, si no lo conoces.