Premios literarios

Ups… Disculpa, amigo lector, pero entre unas cosas y otras, llevamos un tiempo sin actualizar el blog. Bueno, al tajo, y empecemos con novedades literarias.

Como muchos ya sabrán, uno de nosotros, Guillem Sánchez, ganó el prestigioso Premio Minotauro 2022 con una novela escrita a dúo con Víctor Conde:

Y más recientemente, quien esto escribe (Eduardo Gallego) y Guillem Sánchez hemos quedado finalistas del XXX Certamen Jara Carrillo de relatos de humor, en la modalidad de cuento. Teniendo en cuenta que se presentaron 523 relatos de varios países, no está mal…

Los cuentos serán publicados en 2023. La verdad, nos llena de orgullo y satisfacción que el jurado seleccionara un relato tan políticamente incorrecto como el nuestro. 🙂

Y después de las noticias, dentro de poco habrá nueva y sesuda entrada…

Falsos recuerdos

La implantación de falsos recuerdos, el no saber distinguir lo real de lo impuesto, aparece en numerosos relatos de ciencia ficción. Pocos autores han tratado mejor el tema que Philip K. Dick (1928-1982), con obras tan geniales como Ubik, donde la distorsión de la realidad es la norma. O, sin ir más lejos, pensemos en la aclamada película Total Recall (1990), basada precisamente en un cuento de Dick (We Can Remember It for You Wholesale). En España se presentó bajo el título de Desafío total.

Muchos autores han tratado la posibilidad de que nos impongan recuerdos de algo que nunca vivimos. Asimismo, han imaginado empresas que podrían, por un módico precio, implantarnos recuerdos de vivir en lugares maravillosos, convertirnos poco menos que en los reyes del mambo, o hacernos creer que moramos en un paraíso cuando realmente habitamos un cuchitril infecto y nos ganamos la vida con un trabajo penoso. O podríamos vivir en una realidad virtual controlada por máquinas. O… En fin, amigo lector, seguro que te vienen a la mente un montón de ejemplos (esperemos que no sean falsos recuerdos). 🙂

Pero ¿se trata de una fantasía propia de la ciencia ficción, u ocurre en la vida real?

Nuestro cerebro dista mucho de ser infalible, y puede ser engañado, generándole falsos recuerdos. Por ejemplo, una sesión de hipnosis mal llevada, bien por malicia o por torpeza, puede hacer creer al sujeto que ha vivido acontecimientos que jamás existieron. En ocasiones resulta pintoresco, como esos hipnotizados que rememoran presuntas abducciones alienígenas. Sin embargo, en otros casos las consecuencias son más graves, como las acusaciones de abusos infantiles que supuestamente salen a la luz tras una sesión de hipnosis. Un falso recuerdo puede arruinar la vida de una persona. 😦

El tema es polémico, pues no todos los expertos creen en el síndrome del falso recuerdo. Pero haberlos, haylos. Y lo más chusco del caso es que nos los provocamos nosotros mismos. Para no ponernos muy trágicos, que bastante sombrío está el panorama ahora mismo en el mundo, centrémonos en algunos falsos recuerdos que pueden resultar hilarantes; sobre todo, los relacionados con los medios de comunicación. Los españoles que lean esto y tengan una cierta edad, seguro que sabrán de lo que hablamos.

Recuerdan ustedes el caso de Ricky Martin, el perro y la mermelada, ¿a que sí? Pues hubo gente que juraba y perjuraba haberlo visto en la tele… 😀

Pero retrocedamos un poco más en el tiempo. En concreto, a una época que, al menos en sus postrimerías, nos será familiar a los que ya peinamos canas o abrillantamos calvas.

Cuando pensamos en revistas satíricas españolas, la primera que nos viene a la mente, cómo no, es El Jueves («la revista que sale los miércoles»). Pero antes que ella, hubo otras. Durante la dictadura franquista, la más famosa fue La Codorniz («la revista más audaz para el lector más inteligente»), que duró desde 1941 hasta 1978.

El director que más tiempo permaneció al mando de la revista, de 1944 a 1997, fue Álvaro de Laiglesia (1922-1981). Tengo ante mí un libro que compré hace décadas, cuando salió en 1981: «La Codorniz» sin jaula, escrito por él. Las hojas están ya de un color amarillento tirando a pardo. Ay, cómo pasa el tiempo… Al menos, las palabras se leen perfectamente. Don Álvaro sabía que su revista había hecho historia, y necesitaba que quedara constancia de ello.

La Codorniz se convirtió en un mito, y de ella se contaron (y aún se cuentan) mil y una anécdotas. Como reconoce don Álvaro, consiguieron marcarle más de un gol por la escuadra a la torpe censura franquista, pero también circulan numerosos bulos sobre la revista que nunca, nunca fueron publicados. Más que nada porque quienes trabajaban en la revista se habrían buscado la ruina. Sin embargo, hay gente empeñada en que son reales, que los leyó en la revista, palabra de honor. Falsos recuerdos.

En un capítulo del libro (Los bulos y los huevos), don Álvaro pasa revista a alguno de esos disparates. Sí, La Codorniz le tomaba el pelo a la censura, pero sabía dónde estaban los límites, y procuraba no traspasarlos. De hecho, recibió algunos palos muy gordos por propasarse, pero ciertas cosas nunca las hizo. Veamos ejemplos.

Tenemos el celebrado parte meteorológico: «Reina un fresco general procedente de Galicia». Si tú, amigo lector, no eres español, has de saber que el dictador Francisco Franco era gallego, y ostentaba el título de Generalísimo. 🙂 Obviamente, semejante chiste nunca vio la luz. Hasta el último miembro de la redacción de la revista habría acabado en la cárcel. Pues bien, había gente que aseguraba haberlo leído. Falsos recuerdos.

O la noticia sobre «La moto verde del Marqués de Villavespa». A los jóvenes tal vez no les diga nada, pero era un juego de palabras burlón que se refería a la compra de una moto Vespa por el Marqués de Villaverde (yerno de Franco). 😀 El bulo llegó incluso a ser creído por las autoridades de la época. Citamos textualmente (pág. 12):

Recuerdo perfectamente, con cierto bochorno también, la visita que me hicieron dos inspectores de Policía para pedirme que les mostrara el número de La Codorniz en el que se había publicado un artículo en el que se mencionaba «la moto verde del Marqués de Villavespa».

–Suponiendo que yo hubiera publicado esa majadería –dije bastante furioso–, ¿se imaginan que iba a ser tan ingenuo en mostrársela para que me detuvieran «por desacato a la familia del Jefe del Estado»? Busquen ustedes mismos el número en el que se publicó, y cuando lo tengan en la mano vengan a detenerme.

Los dos inspectores se fueron más corridos que un par de monas, porque a nadie se le ocurre ir a pedirle el cuerpo del delito al posible culpable. Jamás volvieron por el despacho, lo que me hace suponer que seguirán buscando […].

Obviamente, lo de la moto era un pedazo de bulo. Falsos recuerdos.

Quizás el más famoso fue el bulo del tren. Incluso décadas después de que cerrara la revista, había gente que aseguraba haber tenido en sus manos un número de La Codorniz en cuya portada había un tren entrando en un túnel. Las páginas de la revista estaban todas en negro, y en la contraportada se veía la salida del túnel. Don Álvaro siempre se preguntó cómo alguien podría creerse semejante mentecatez. Falsos recuerdos.

Nuestro cerebro es una herramienta que nos ha permitido sobrevivir como especie y llegar hasta donde ahora estamos. Sin embargo, no es infalible, y puede traicionarnos, e incluso ser manipulado por otros para cambiar nuestro comportamiento. No lo olvidemos…

Los duendes y el principio de autoridad

Es probable, amigo lector, que alguna vez hayan perturbado el sosiego de tu hogar unas esquivas criaturas, los duendes. Desde tiempo inmemorial se han dedicado a incordiar a la gente, golpeando paredes y techos, haciendo ruidos diversos o arrojando piedrecillas. Antiguamente les gustaba jugar a los naipes, trenzar las crines de los caballos… Hoy es más habitual que abran y cierren puertas o trasteen con los interruptores de la luz. En el fondo, se trata de travesuras inofensivas. Es bien sabido que los duendes se llevan bien con los niños, quienes incluso llegan a verlos a veces. Son más habituales en las casas deshabitadas, pues el ruido y la actividad humana les molestan, e incluso pueden ahuyentarlos o acabar con ellos.

Si echamos un vistazo a la Wikipedia, comprobamos que hay muchas criaturas sobrenaturales en distintos países que cabrían dentro de la acepción de duende (poltergeist, leprechaun, goblin, trasgo, gnomo, domovói, elfo…). Algunos son más maliciosos que otros, rozando incluso lo siniestro. Aquí nos ceñiremos al típico duende de la tradición castellana, más molesto que otra cosa.

Muchos han intentado averiguar la naturaleza duendina, mayormente seguidores de las pseudociencias. Si abordamos el tema con un prudente escepticismo, es probable que los actos atribuidos a duendes tengan explicaciones naturales, sin necesidad de recurrir a entes fantásticos. No obstante, echaremos un vistazo a la obra de alguien que se tomó a los duendes muy en serio y escribió un libro sobre ellos. Aparte de lo curioso que resulta, también nos servirá para ilustrar las diferencias entre su forma de tratar el asunto y la actitud científica; sobre todo, en lo concerniente al principio de autoridad.

La obra en cuestión es El ente dilucidado, escrita por Fray Antonio de Fuentelapeña. La primera edición data de 1676 (y hubo una 2ª en 1677; supongo que se vendió…). Yo tengo el libro publicado en 1978 por la Editora Nacional (Madrid). Consta de 1836 párrafos numerados, que ocupan más de 700 páginas. Se ha respetado la ortografía del siglo XVII, con letras que ya no usamos, pero eso no dificulta demasiado su lectura.

El ente dilucidado es considerado una excentricidad dentro de la literatura de nuestro Siglo de Oro. De hecho, el antropólogo Julio Caro Baroja, en su Jardín de flores raras (1993), le dedica un par de páginas, tildándolo de extravagante. De acuerdo, el libro es raro de narices, y en muchas ocasiones provoca una hilaridad no buscada, pero Fray Antonio merece mi respeto. Escribir un texto de tales dimensiones supone un trabajo ímprobo; queda claro que el tema le apasionaba.

Claro, su método de razonar no es científico, sino filosófico. Aristotélico y escolástico, más bien. Fray Antonio da por sentada la existencia de los duendes (a los que también llama trasgos o fantasmas), que se dedican a realizar las travesuras que comentamos al principio. Así lo dictan innumerables testigos a lo largo de los siglos y, por supuesto, muchas Autoridades (sí, con mayúscula). Si ellas lo afirman, tiene que ser verdad: magister dixit. Y ahí está el problema.

En Epistemiología, el principio de autoridad obliga a aceptar cualquier afirmación o teoría que aparezca en los textos considerados ciertos, sin debate científico. Dichos textos no abarcan sólo a las Sagradas Escrituras, sino a muchas obras que nos legó la Antigüedad Clásica: las de Aristóteles, Hipócrates, etc.

El método científico huye como de la peste del principio de autoridad. De acuerdo, los científicos respetamos a nuestros colegas más eminentes, y sus afirmaciones son seriamente consideradas, pero deben basarse en la evidencia, someterse al escrutinio de la comunidad científica, ser refutables… Y si la evidencia o los experimentos están en contra de una teoría, por muy importante que sea la persona que la propone, será desechada o modificada.

En El ente dilucidado vemos lo que ocurre cuando se aplica el principio de autoridad a rajatabla, en vez del método científico. Ojo: eso no implica que Fray Antonio fuera un ignorante. Todo lo contrario; da la impresión de que había leído mucho y tenía bastante que decir. El problema era casar la realidad con lo que contaban las Autoridades. Si Aristóteles o Plinio afirmaban que los duendes existían, que había gente con cabeza de perro, que ciertos animales atacaban a los adúlteros o que las serpientes nacían de la médula espinal de los cadáveres, pues había que aceptarlo a pies juntillas. Lo divertido (sin pretenderlo el autor) llega cuando trata de explicar todo eso racionalmente.

Confieso que, como biólogo, he disfrutado con el libro de Fray Antonio. Mucho de lo que afirma tiene que ver con la Zoología y la Botánica o, mejor dicho, con lo que se opinaba en la Antigüedad sobre animales y plantas, la Fisiología, la gestación y mil cosas más relacionadas con la Historia Natural. Por desgracia, la lectura llega a hacerse pesada, e incluso irritante, más que nada por la manía de saltar de un tema a otro sin orden ni concierto, simplemente porque le interesa. Por momentos llega a recordar a esos estudiantes con déficit de atención, que se distraen con el vuelo de una mosca. En realidad, los párrafos que tratan estrictamente sobre los duendes no son tantos; de haberse ceñido al tema, el libro habría quedado muchísimo más corto.

Cuando le apetece hablar de algo, se pone a a ello aunque no venga a cuento. Así, llama la atención la cantidad de espacio que dedica a tratar las virtudes del número 7. O que el alma entra en el feto a los 40 días de la concepción en el caso del hombre, y 80 en la mujer (feministas sensibles, absténganse de leer textos antiguos)…

Pero basta de digresiones y volvamos a los duendes. Que existen no lo duda nadie, ya que así lo afirman incontables Autoridades. Además, en el mundo se encuentran cosas mucho más sorprendentes así que ¿por qué no nuestros duendes? Pero dando por sentado que existen, ¿qué son? Tras estudiarlo mucho, Fray Antonio llega a la conclusión de que son animales invisibles. De hecho, algunos animales invisibles existen, según afirman las Autoridades, ¿no?

Si los duendes viven y sienten, lo cual se deduce de su comportamiento, como mínimo tienen que ser animales. Además, son corpóreos (dan golpes, juegan a los naipes…), aunque de naturaleza tan sutil que resultan invisibles al ojo humano (salvo el infantil), igual que otros animales que cita (según las Autoridades).

Sigamos. Los duendes surgen por generación espontánea de los vapores corruptos de los sótanos de las casas, no mediante coito (y lo demuestra). Además, mueren, e indica cómo puede acabarse con ellos (básicamente, haciendo mucho ruido). Asimismo, Fray Antonio concluye que no son hombres, pues a juzgar por sus acciones no parecen demasiado espabilados. De hecho, hay animales más listos que ellos, como se prueba consultando a las Autoridades (y mezclando observaciones reales con otras absolutamente disparatadas). Tampoco son ángeles, pues estos no se dedican a tonterías como tirar piedras o trenzar las crines de los jamelgos. Tampoco son demonios, ya que los duendes no buscan la perdición de los hombres; simplemente son revoltosos. Y menos aún se trata de almas en pena, que las pobres están para otras cosas. Por tanto, son animales.

Aquí, Fray Antonio aprovecha para deleitarnos con sus habituales digresiones, apabullándonos con anécdotas sobre el comportamiento de los animales, e incluso afirma que estos poseen sombras de virtud. La combinación de casos reales con las puras citas fantásticas sobre animales inexistentes es encantadora.

Si los duendes son animales, tendrán que comer. Cómo no, se alimentan de los mismos vapores gruesos que los han generado. En cuanto a beber, puede que lo hagan a escondidas, o que no lo necesiten, o que los mismos vapores les proporcionen la humedad necesaria. Luego discute si duermen, excretan, tienen sangre o no, gozan de sentidos… Es curioso comprobar que Fray Antonio no acepta todo lo que afirman las Autoridades, e incluso llega a aplicar en algunos casos la navaja de Occam, pero eso ocurre en contadas ocasiones. El principio de autoridad campa a sus anchas en El ente dilucidado.

Sigamos. Después de preguntarse si los duendes mueren (por supuesto, ya que son animales), la capacidad de digresión de Fray Antonio alcanza proporciones épicas. Se pone a hablar de los sentidos animales, de las plantas e incluso de las aguas, de las formas intermedias entre animales y vegetales, si hay alimentos que prolongan la vida, si es peor el hambre que la sed, cómo es la digestión, cuáles son las causas de muerte, cómo una cítara excita a otra, si los cadáveres sangran a la vista de su asesino… Sigue brincando de un tema a otro sin orden ni concierto, mezclando datos correctos con disparates, pero ya se sabe: magister dixit.

Por fin, acercándonos al final, discute las causas de los duendes desde un punto de vista aristotélico (causa material, formal, eficiente y final). Y puestos ya, da una definición final de duende: animal invisible, o casi invisible, trasteador. Así lo distingue de los animales invisibles que no trastean, o de los que trastean y no son invisibles. 🙂

Si hemos sobrevivido hasta aquí, nos quedan los párrafos finales, en los que Fray Antonio se ocupa de resolver algunas dudas, mayormente sobre temas que nada tienen que ver con duendes. La parte en que considera al cuerpo del hombre como un microcosmos, y lo compara con el macrocosmos, es hilarante. Por cierto, como cualquier persona culta, sabía que la Tierra es redonda. Que tomen nota los terraplanistas…

Siguen páginas muy curiosas sobre la generación espontánea de duendes y otros bichos, e incluso si el cuerpo humano puede producir fuego. Y luego discute si los duendes pueden volar, ya que a veces parecen golpear el suelo e inmediatamente después el techo. Esta, para mí, es una de las partes más curiosas del libro, porque Fray Antonio demuestra ciertos conocimientos científicos, sobre todo en lo que respecta al principio de Arquímedes y los conceptos de peso y densidad. Por lo que aquí nos interesa, si nosotros podemos nadar en el agua, en la cual pesamos poco, algo similar les ocurre a los duendes en el aire. Podría decirse que pueden impulsarse y nadar en él, para poder así aporrear los techos.

Y por acabar con cuestiones físicas, Fray Antonio habla de la posibilidad de construir una ciudad submarina, aunque lo ve poco viable. Finalmente trata sobre el tema de si puede el hombre volar. Incluso propone la construcción de una máquina voladora que no tendría nada que envidiar a las de Da Vinci. Pero a diferencia de este, da muestra de buen juicio e indica que no funcionaría, si tenemos en cuenta la tecnología de la época. Las alas tendrían que ser desmesuradas para aguantar el peso humano, y por medios mecánicos, a fuerza de músculos, no se podría ejercer el empuje necesario para levantar el vuelo.

No seré yo quien se burle de El ente dilucidado. De acuerdo, en el fondo es un despropósito, pero nos permite viajar a otra época. Una época de gente erudita, como Fray Antonio, pero con un modo de pensar completamente ajeno a la Ciencia moderna, inadecuado para desentrañar los misterios de la naturaleza. Un mundo condenado a la extinción.

Recordemos que el libro apareció en 1676. Unos años antes, en 1668, Francesco Redi había publicado Esperienze intorno alla generazione degl’insetti, donde dio un golpe mortal a la teoría de la generación espontánea, demostrando que las moscas no surgían de la carne podrida, sino de los huevos de otras moscas. Las Autoridades estaban equivocadas. Poco después (1687), Isaac Newton publicaría sus Principia Mathematica, y nuestra visión del mundo cambiaría por completo y para siempre.

Fray Antonio vivía en un universo mental que agonizaba, pero aún no se había dado cuenta. En fin, nos quedaremos con su interés por los duendes. Yo creo que al final les tomó cariño. De hecho, parece que quiere reivindicarlos, acabar con su mala fama, e incluso piensa que en el fondo son buenos, porque cuidan de las casas. Puede ser. Yo agradecería que el que tengo en la mía deje de dar portazos, encender de vez en cuando la luz y hacer que el perro se quede mirando fijamente a lugares donde no hay nada. Y que pare de cambiar de sitio los libros en la biblioteca. Y eso de que el ruido fuerte acaba con ellos es mentira. El heavy metal no les afecta. Al mío le gusta Sabaton. 🙂

V CERTAMEN «CORCEL NEGRO»

Nuestra novela La suerte del Nigromante ha sido una de las dos seleccionadas por el jurado del V Certamen «Corcel Negro», dentro de la categoría de novela juvenil.

Este certamen, que consta de diversas categorías (novela juvenil, narrativa, fantástica, policiaca, histórica, poesía, etc.), fue convocado por Entrelíneas Editores, que se compromete a la edición en papel de las novelas premiadas durante 2021.

Así que, salvo imprevistos (hay que tocar madera en esto de la publicación…), 🙂 el próximo año podremos ofrecer a nuestros lectores una nueva obra. Se trata de una de corte fantástico con toques de humor. Aunque se etiquete como juvenil, creemos que podrá ser disfrutada por cualquier lector adulto.

POST SCRÍPTUM: Pues por mucha madera que toques, siempre habrá imprevistos. Entre pandemias y demás, la novela no ha sido publicada por Entrelíneas. De todos modos, amigo lector, seguimos perseverando para que vea la luz. Ya te avisaremos… 🙂

«La bayoneta de Occam» ya está publicada

Tras un pequeño retraso por motivos técnicos, ya está disponible en Amazon nuestra nueva novela del UniCorp, La bayoneta de Occam. Puede adquirirse tanto en formato físico (tapa blanda) como en versión Kindle.

El argumento de la obra puede verse más abajo; en concreto, entre la 2ª y la 3ª entrada de virus, pandemias y demás. También está en la sección «obras» de nuestro sitio del UniCorp (hay un enlace en el logotipo del blog).

Si te animas a comprar la novela, amigo lector, esperamos que disfrutes con su lectura. 🙂

Nueva novela del UniCorp: «La bayoneta de Occam»

Nos complace anunciar que dentro de poco estará disponible una nueva novela del UniCorp, nuestro universo narrativo de ciencia ficción. Se trata de La bayoneta de Occam:

He aquí la sinopsis:

La suerte no favoreció por igual a dos mundos hermanos, Hlanith y Gad. Mientras el primero se convirtió en uno de los planetas más prósperos e influyentes del Ekumen, Gad padeció siglos de guerras crueles. De hecho, fue dejado a su suerte, sometido a un férreo bloqueo. No obstante, nuevos países iban surgiendo poco a poco, mientras los señores de la guerra perdían terreno.

Pese a todo, Hlanith no quiso levantar el bloqueo. Para tranquilizar conciencias, Gad recibió ayuda humanitaria y militar, a cambio de convertirse en un experimento sociológico a escala planetaria. Se le concedió un nivel tecnológico que lo convertiría en una copia de la Vieja Tierra a inicios de la Era Espacial. Y respecto a suprimir el bloqueo… Bien, no había prisa. Tendrían que ganárselo.

Elam es uno de los países civilizados de Gad. Tiene sus peculiaridades, como todos. Por ejemplo, los puestos de jueces y agentes del orden son hereditarios o pasan de tutores a discípulos. Un policía jubilado se ve forzado a investigar, a desgana, la muerte accidental de un científico amigo. Ha de tomar como discípula a su nieta, una joven con tendencias autodestructivas. Tal vez, si logra que se interese por la labor policial, pueda evitar que acabe en la cárcel o algo peor. Sin embargo, lo que parecía una investigación rutinaria acabará por desvelar un plan oculto que podría cambiar para siempre el destino de Gad.

Estará a disposición de nuestros lectores en breve, tanto en formato electrónico como en papel. Permanezcan atentos a esta sintonía… 🙂

Nueva antología del UniCorp: «Juegos y engaños»

Ya está disponible en Amazon, tanto en versión Kindle como en formato papel (tapa blanda) nuestro último libro: Juegos y engaños. Reproducimos la sinopsis que puede leerse en la contraportada:

Esta antología sigue el camino iniciado por la anterior, «Juegos perversos». Incluye dos nuevas historias de antropólogos, en las que estos esforzados profesionales deberán echar mano de todo su ingenio. Tendrán que salir airosos de situaciones a veces pintorescas, en otras ocasiones tragicómicas, en el vasto telón de fondo del Universo Corporativo o UniCorp, donde coexisten mundos con las más diversas sociedades, algunas de ellas poco recomendables.

LA BARBACOA: Una expedición de antropólogos debe ayudar a los militares a pacificar un planeta remoto, Ofiura, donde conviven sociedades pacifistas junto a otras extremadamente agresivas. El propósito es evitar baños de sangre, pero la estulticia del jefe de los antropólogos, así como la idiosincrasia de su peculiar familia, parecen abocar la misión al desastre.

LA REINA DEBE MORIR: Una antropóloga no demasiado brillante es destinada a Nueva Gaia, un planeta tranquilo y civilizado, candidato perfecto para unirse a la Corporación. Sin embargo, lo que parece una sociedad idílica encierra monstruos. La antropóloga se ve implicada, sin querer, en negocios turbios y debe huir para salvar su vida. Sola, perseguida, aterrorizada y prácticamente sin recursos, va a parar a una reserva de vida alienígena. Y allí, contra todo pronóstico, se enfrentará a un Primer Contacto con otra especie inteligente. Un Primer Contacto que podría cambiar el destino de la Humanidad, pero que tiene todos los números para acabar en fracaso.

La antología se completa con un relato corto, LO HERMOSO Y LO INVISIBLE, a modo de pequeño homenaje a Italo Calvino.

Estas dos novelas cortas aparecieron hace un tiempo por entregas en Wattpad. Ahora, amigo lector, las tienes disponibles en una cuidada edición, tanto si optas por el formato electrónico como si eres partidario de los libros stricto sensu.

Si te decides a leerlo, esperamos que lo disfrutes. Mientras, seguimos escribiendo. 🙂

Lo hermoso y lo invisible

Amigo lector, nos hemos permitido un breve descanso en las entradas sobre Ciencia y pseudociencias. A cambio, te ofrecemos un relato corto de ciencia ficción. Esperamos que lo disfrutes. 🙂

LO HERMOSO Y LO INVISIBLE

Autores: Eduardo Gallego & Guillem Sánchez.


En recuerdo de Italo Calvino.

 El viajero deberá abandonar las rutas más frecuentadas si desea visitar Myxia.

Myxia siempre fue un mundo hermoso. Océanos de un azul profundo, cielos turquesas entreverados de blanco, montañas cubiertas de bosques que cambian de color con el devenir de las estaciones…

En cuanto tuvieron uso de razón, sus moradores quedaron subyugados por tanta belleza. Aprehenderla, disfrutarla y por qué no, mejorarla, se convirtió en un sueño, un ideal a perseguir.

Los años dieron paso a los siglos, y estos a los milenios. Aquellos moradores acabaron por erigirse en la especie dominante, los amos del planeta. Nada ni nadie podía oponérseles. Por fin materializarían sus sueños, convertirían lo hermoso en sublime.

Primero allanaron montañas, encauzaron ríos, domesticaron el clima. Todo debía fluir en armonía, sin sobresaltos, convertirse en el perfecto escenario para disfrutar de los sentidos.

Luego se ocuparon de los animales y los árboles. Eliminaron a los feos, los molestos, los que ponían una nota discordante en el paisaje idílico.

Finalmente llegó el turno de las malas hierbas, los hongos y los microbios. Todo aquello que no se ajustase al canon de belleza debía erradicarse. Por desgracia, aquellos esquivos seres eran difíciles de matar. Se requería sutileza, hilar fino.

Así, liberaron virus de diseño para que se ocuparan del trabajo sucio. Su eficacia había sido evaluada y probada. Sin embargo, a los amos del mundo se les pasó por alto un pequeño detalle.

La vida es, en el fondo, un subproducto de la evolución. Esta no sigue un propósito ni prevé el futuro. Su motor último es el azar, los cambios imprevistos. Luego, la selección natural realizará su labor de escarda, ciega a las consecuencias.

Un virus concebido para exterminar cierta maleza acabó donde no debía, por culpa de un insecto vector despistado. En vez de a la planta cuyo metabolismo pretendía bloquear, fue a parar al interior de un alga microscópica. El virus no mató a la inesperada anfitriona, sino que se insertó en su genoma y aguardó tiempos mejores.

En su momento, el alga fue fagocitada por un modesto moho del fango en el que nadie se había fijado antes. El alga no fue digerida, como cabía esperar. Mantuvo su integridad e incluso empezó a multiplicarse dentro del moho, en un ambiente acogedor. Los genes que le proporcionaba el virus se lo permitieron.

Hoy, la única cosa viva que queda en Myxia es el moho del fango. Su cuerpo gelatinoso lo cubre todo, desde las altas cumbres hasta las orgullosas ciudades donde yacen las osamentas de sus moradores. Ya no le queda nada que devorar, aunque le da lo mismo. Gracias a las algas que alberga en su interior puede absorber la energía del sol y sobrevivir.

El moho luce un llamativo color verde esmeralda. Su superficie se estremece de tarde en tarde con un latido majestuoso y lento.

A su manera, es hermoso.

Miopatía nemalínica

Hacemos un inciso en las entradas sobre Astrología para comentar algo realmente importante, que tiene que ver con la miopatía nemalínica.

Es probable, amigo lector, que sea la primera vez que oye usted hablar de ella. Se trata de una de las denominadas enfermedades raras. Es congénita y afecta a los músculos. Su gravedad es variable, de leve a severa. Puede encontrar más información aquí y aquí.

Meses atrás, el pintor y escultor murciano Paco Bernal Muñoz contactó con nosotros, entre otros autores, para pedirnos  que donáramos un cuento relacionado con la miopatía nemalínica. Estos relatos formarían parte de la antología En el laberinto del laurel, cuyo objetivo, aparte de concienciar sobre esta rara enfermedad, es el de ayudar a la asociación Yo Nemalínica. La participación de todos los que han colaborado en el libro ha sido desinteresada; los beneficios irán íntegros a la asociación.

La antología en el laberinto del laurel fue presentada el pasado 12 de enero en Murcia.

El relato con el que hemos contribuido a esta obra se titula Lo único que importa. El lector interesado puede echarle un vistazo en nuestra web del UniCorp (y esta vez no tiene nada que ver con la ciencia ficción o la fantasía). 🙂 Confiamos en que eso lo anime a adquirir el libro, que es por una buena causa.