Hay quienes se admiran de que los pueblos antiguos empezaran a construir pirámides de repente. Eso apoyaría la hipótesis de que fueron inspirados (o supervisados) por una civilización anterior, alienígena, atlante o a saber. Pero ¿en verdad fue tan repentina la aparición de las grandes pirámides?
Centrémonos en Egipto, el caso mejor documentado. Efectivamente, las grandes pirámides se erigieron en el Imperio Antiguo, con las primeras dinastías. Sin embargo, no brotaron de la nada; son el resultado de la evolución de los monumentos funerarios. Dadas las circunstancias, lo raro habría sido que los egipcios no acabaran construyéndolas.
En el Egipto Predinástico, así como durante el periodo Arcaico (dinastías I y II, 3150 – 2680 a. C.), los faraones se enterraban en tumbas modestas. Un ejemplo es la de Narmer (Menes), fundador de la I dinastía. Se cavaba una fosa en el suelo, se recubrían las paredes con ladrillos y por encima se disponían sencillas estructuras de adobe y madera que, dada su fragilidad, no han perdurado:
Poco a poco, estas estructuras fueron haciéndose más complejas y pasaron a construirse en piedra, capaz de resistir el paso del tiempo sin desmoronarse. Se trataba de las mastabas, unos edificios planos, no muy altos, pero que podían alcanzar respetables dimensiones:
Con la III dinastía se inicia el Imperio Antiguo de Egipto. Su faraón más notable, Zoser (Dyeser), encargó al sabio Imhotep la edificación de un complejo funerario que diera prestigio al país y a su soberano. La solución de Imhotep fue sencilla pero brillante: ¿y si encima de una gran mastaba ponía otra más pequeña? ¿Y encima de ésta otra más pequeñita? Y así hasta seis. El proyecto fue revisado varias veces, y el resultado acabó siendo espectacular, como una escalera que trepara hasta el cielo. Había nacido la pirámide escalonada de Saqqara (2650 a. C.):
La base de la pirámide no es cuadrada, sino rectangular (140 x 118 m), y mide unos 60 m de altura. Imponente, sin duda, pero no deja de ser un apilamiento de bloques no demasiado grandes de piedra caliza unidos con argamasa. Igual que en las mastabas tradicionales, bajo la pirámide se cavaron pozos para colocar los sarcófagos.
El complejo funerario de Saqqara sirvió para que los egipcios fueran aprendiendo a manejar bloques de piedra cada vez mayores. Y así llegamos a un notable faraón, el fundador de la IV Dinastía, Seneferu (2614 – 2579 a. C.), cuyo reinado supuso un paso más en la evolución de la forma de construir tumbas monumentales. No sólo se conformó con una pirámide, sino que mandó erigir tres, cada una un avance respecto a la anterior.
La más antigua fue la de Meidum. Puede que se empezara a construir por orden del último faraón de la III Dinastía, Huny, aunque fue su hijo Seneferu quien la terminó. En principio era una pirámide escalonada como la de Imhotep, aunque de mayor tamaño, con 8 gradas y una novedad: la cámara funeraria estaba dentro de la pirámide, no en un pozo.
Y entonces a alguien se le ocurrió una idea brillante: ¿Qué tal si recubrían la pirámide para que las caras quedaran lisas? Quedaría mucho más elegante… Así, erigieron un edificio de 147 m de lado y 93,5 m de altura que ya sí parecía una pirámide, aunque no lo era del todo. El revestimiento acabó por deslizarse, dejando expuesta la estructura escalonada interior. Hoy está en ruinas, pero podemos hacernos una idea de lo que fue:
Seneferu no se conformó con una sola pirámide, defectuosa por añadidura. Sus arquitectos decidieron probar a construir una con las caras lisas, en vez de «disfrazar» una escalonada. Eso sí, no acertaron a la primera. La empezaron con una inclinación de 58º, pero era demasiado empinada y amenazaba con derrumbarse. Por eso, corrigieron sobre la marcha y disminuyeron la pendiente en la parte superior (43º). El resultado fue la pintoresca Pirámide Acodada:
Medía unos 188 m de lado por 105 m de altura y, para qué negarlo, quedó un tanto rara. Seneferu tampoco se mostró satisfecho y ordenó erigir otra pirámide. Con la lección aprendida, los arquitectos mantuvieron la pendiente menos inclinada (43º), y esta vez les salió bien:
Es la Pirámide Roja. Medía unos 220 m de lado por 105 m de altura, de caras lisas, y ya con todo el aspecto de una pirámide clásica. Fue terminada el año 2582 a. C., casi 80 años después de la primera pirámide escalonada. Los egipcios habían aprendido mucho en esas décadas, y ya podían enfrentarse a grandes desafíos.
El hijo de Seneferu, Keops (Jufu) disfrutó de un largo reinado. Al igual que su padre, decidió erigir una pirámide, aunque de mayores dimensiones. En concreto, unos 230 m de lado, 146,6 m de altura y algo más empinada:
Es la famosísima Gran Pirámide. Sí, esa que dicen que necesitó ayuda atlante o alienígena para edificarse, pero que en realidad es el resultado de la evolución en las técnicas constructivas egipcias durante todo un siglo en que los faraones del Imperio Antiguo trataban de consolidar su prestigio.
La Gran Pirámide no surgió de la nada. En realidad es como la Pirámide Roja, sólo que algo mayor y con piedras más pesadas. Y la Pirámide Roja es el resultado de lo aprendido durante la construcción de la Pirámide Acodada. La cual es un intento de evitar los errores cometidos con la pirámide de Meidum, que a su vez es una pirámide escalonada disfrazada. Y las pirámides escalonadas son apilamientos de mastabas. Lo que estamos viendo es el resultado de un siglo de evolución. Un siglo de ensayo y error, de aprendizaje, de logros, obra de los egipcios, sin necesidad de ayuda exterior.
Los hijos de Keops siguieron erigiendo grandes pirámides, como la de Dyedefra (hoy en ruinas, pues fue demolida por los romanos) y la de Kefrén. A partir de ahí la fiebre por construir pirámides gigantes fue declinando. Hubo periodos oscuros, renacimientos, y una mayor gloria durante el Imperio Nuevo, pero los faraones prefirieron ser enterrados en hipogeos en el Valle de los Reyes. Las pirámides habían pasado de moda.
Recapitulemos. Si los egipcios pudieron construir las pirámides con la tecnología existente en la época, ¿por qué esa manía de muchos «piramidólogos» de recurrir a alienígenas o a civilizaciones perdidas? Lo consideraremos en la próxima entrada, con la que concluiremos esta serie.