Pirámides (III)

Hay quienes se admiran de que los pueblos antiguos empezaran a construir pirámides de repente. Eso apoyaría la hipótesis de que fueron inspirados (o supervisados) por una civilización anterior, alienígena, atlante o a saber. Pero ¿en verdad fue tan repentina la aparición de las grandes pirámides?

Centrémonos en Egipto, el caso mejor documentado. Efectivamente, las grandes pirámides se erigieron en el Imperio Antiguo, con las primeras dinastías. Sin embargo, no brotaron de la nada; son el resultado de la evolución de los monumentos funerarios. Dadas las circunstancias, lo raro habría sido que los egipcios no acabaran construyéndolas.

En el Egipto Predinástico, así como durante el periodo Arcaico (dinastías I y II, 3150 – 2680 a. C.), los faraones se enterraban en tumbas modestas. Un ejemplo es la de Narmer (Menes), fundador de la I dinastía. Se cavaba una fosa en el suelo, se recubrían las paredes con ladrillos y por encima se disponían sencillas estructuras de adobe y madera que, dada su fragilidad, no han perdurado:

narmerFuente: es.wikipedia.org

Poco a poco, estas estructuras fueron haciéndose más complejas y pasaron a construirse en piedra, capaz de resistir el paso del tiempo sin desmoronarse. Se trataba de las mastabas, unos edificios planos, no muy altos, pero que podían alcanzar respetables dimensiones:

mastabaFuente: es.wikipedia.org

Con la III dinastía se inicia el Imperio Antiguo de Egipto. Su faraón más notable, Zoser (Dyeser), encargó al sabio Imhotep la edificación de un complejo funerario que diera prestigio al país y a su soberano. La solución de Imhotep fue sencilla pero brillante: ¿y si encima de una gran mastaba ponía otra más pequeña? ¿Y encima de ésta otra más pequeñita? Y así hasta seis. El proyecto fue revisado varias veces, y el resultado acabó siendo espectacular, como una escalera que trepara hasta el cielo. Había nacido la pirámide escalonada de Saqqara (2650 a. C.):

 SaqqaraperiFuente: es.wikipedia.org

La base de la pirámide no es cuadrada, sino rectangular (140 x 118 m), y mide unos 60 m de altura. Imponente, sin duda, pero no deja de ser un apilamiento de bloques no demasiado grandes de piedra caliza unidos con argamasa. Igual que en las mastabas tradicionales, bajo la pirámide se cavaron pozos para colocar los sarcófagos.

El complejo funerario de Saqqara sirvió para que los egipcios fueran aprendiendo a manejar bloques de piedra cada vez mayores. Y así llegamos a un notable faraón, el fundador de la IV Dinastía, Seneferu (2614 – 2579 a. C.), cuyo reinado supuso un paso más en la evolución de la forma de construir tumbas monumentales. No sólo se conformó con una pirámide, sino que mandó erigir tres, cada una un avance respecto a la anterior.

La más antigua fue la de Meidum. Puede que se empezara a construir por orden del último faraón de la III Dinastía, Huny, aunque fue su hijo Seneferu quien la terminó. En principio era una pirámide escalonada como la de Imhotep, aunque de mayor tamaño, con 8 gradas y una novedad: la cámara funeraria estaba dentro de la pirámide, no en un pozo.

Y entonces a alguien se le ocurrió una idea brillante: ¿Qué tal si recubrían la pirámide para que las caras quedaran lisas? Quedaría mucho más elegante… Así, erigieron un edificio de 147 m de lado y 93,5 m de altura que ya sí parecía una pirámide, aunque no lo era del todo. El revestimiento acabó por deslizarse, dejando expuesta la estructura escalonada interior. Hoy está en ruinas, pero podemos hacernos una idea de lo que fue:

 02 meidum pyramidFuente: es.wikipedia.org

Seneferu no se conformó con una sola pirámide, defectuosa por añadidura. Sus arquitectos decidieron probar a construir una con las caras lisas, en vez de «disfrazar» una escalonada. Eso sí, no acertaron a la primera. La empezaron con una inclinación de 58º, pero era demasiado empinada y amenazaba con derrumbarse. Por eso, corrigieron sobre la marcha y disminuyeron la pendiente en la parte superior (43º). El resultado fue la pintoresca Pirámide Acodada:

acodadaFuente: es.wikipedia.org

Medía unos 188 m de lado por 105 m de altura y, para qué negarlo, quedó un tanto rara. Seneferu tampoco se mostró satisfecho y ordenó erigir otra pirámide. Con la lección aprendida, los arquitectos mantuvieron la pendiente menos inclinada (43º), y esta vez les salió bien:

rojaFuente: es.wikipedia.org

Es la Pirámide Roja. Medía unos 220 m de lado por 105 m de altura, de caras lisas, y ya con todo el aspecto de una pirámide clásica. Fue terminada el año 2582 a. C., casi 80 años después de la primera pirámide escalonada. Los egipcios habían aprendido mucho en esas décadas, y ya podían enfrentarse a grandes desafíos.

El hijo de Seneferu, Keops (Jufu) disfrutó de un largo reinado. Al igual que su padre, decidió erigir una pirámide, aunque de mayores dimensiones. En concreto, unos 230 m de lado, 146,6 m de altura y algo más empinada:

 Kheops-PyramidFuente: es.wikipedia.org

Es la famosísima Gran Pirámide. Sí, esa que dicen que necesitó ayuda atlante o alienígena para edificarse, pero que en realidad es el resultado de la evolución en las técnicas constructivas egipcias durante todo un siglo en que los faraones del Imperio Antiguo trataban de consolidar su prestigio.

La Gran Pirámide no surgió de la nada. En realidad es como la Pirámide Roja, sólo que algo mayor y con piedras más pesadas. Y la Pirámide Roja es el resultado de lo aprendido durante la construcción de la Pirámide Acodada. La cual es un intento de evitar los errores cometidos con la pirámide de Meidum, que a su vez es una pirámide escalonada disfrazada. Y las pirámides escalonadas son apilamientos de mastabas. Lo que estamos viendo es el resultado de un siglo de evolución. Un siglo de ensayo y error, de aprendizaje, de logros, obra de los egipcios, sin necesidad de ayuda exterior.

Los hijos de Keops siguieron erigiendo grandes pirámides, como la de Dyedefra (hoy en ruinas, pues fue demolida por los romanos) y la de Kefrén. A partir de ahí la fiebre por construir pirámides gigantes fue declinando. Hubo periodos oscuros, renacimientos, y una mayor gloria durante el Imperio Nuevo, pero los faraones prefirieron ser enterrados en hipogeos en el Valle de los Reyes. Las pirámides habían pasado de moda.

Recapitulemos. Si los egipcios pudieron construir las pirámides con la tecnología existente en la época, ¿por qué esa manía de muchos «piramidólogos» de recurrir a alienígenas o a civilizaciones perdidas? Lo consideraremos en la próxima entrada, con la que concluiremos esta serie.

Pirámides (I)

Como es sabido, algunos pueblos de la Antigüedad construyeron enormes pirámides que hoy siguen despertando nuestra admiración. Sus artífices vivieron en los albores de la civilización, en lugares tan distantes como Egipto y Mesoamérica.

Centrémonos en los egipcios y los mayas. Monumentos similares en distintos continentes, sociedades con un nivel tecnológico de la Edad del Bronce… Por eso, hay quienes piensan que sus pirámides forzosamente deben tener un origen común. Alguien enseñó a esos pueblos «primitivos» a edificar tan imponentes edificios de piedra. Los candidatos son diversos: extraterrestres, civilizaciones perdidas como la Atlántida… Otros opinan que fueron los propios egipcios, poseedores de una tecnología hoy perdida, quienes viajaron hasta América para enseñar a los mayas. Son teorías atractivas, y muchos libros pseudocientíficos se han publicado al respeto. Por supuesto, más de un autor de ciencia ficción las ha recogido como argumento para sus novelas (o películas, o series de TV).

giza_alienFuente: www.ancient-code.com

Como el internauta curioso podrá comprobar, proliferan los sitios donde se «demuestra» que es imposible que nuestros antepasados pudieran construir unas pirámides tan enormes. Más aún: si civilizaciones tan separadas constuyeron edificios similares, debe deberse a un origen común, ¿no? ¿O hay otra alternativa?

Bien, vayamos por partes. Ocupémonos primero del problema del origen común. Puede ser interesante considerarlo desde el punto de vista de un biólogo. 🙂

Al igual que egipcios y mayas tienen en común las pirámides, en la naturaleza vemos que hay muchos seres vivos que comparten caracteres similares. Por ejemplo, el esqueleto de nuestros brazos y piernas es similar al de aves, anfibios o reptiles: un hueso que las conecta al cuerpo, a continuación dos huesos y al final un montón de huesecillos que forman las manos o los pies. Véase:

Homology vertebrates-esFuente: es.wikipedia.org

Como nos indica el registro fósil, estas similitudes se deben a que han sido heredadas de un antepasado común. En este caso, hablamos de homologías. Así, nuestras piernas y las patas de una salamandra son homólogas, pues ambas proceden de un antiguo ancestro: un vertebrado tetrápodo.

Estupendo, dirán los piramidólogos: eso apoyaría la idea de que las pirámides egipcias y mayas son homólogas, con un origen común (atlante o extraterrestre, a elegir). ¿Verdad?

No necesariamente. Existe otra posibilidad.

En la Naturaleza, los parecidos no siempre se deben a la herencia común. En tal caso no hablamos de homologías, sino de analogías. Los caracteres similares pueden adquirirse de forma independiente; por ejemplo, debido a que el medio ambiente somete a animales, plantas y demás seres a presiones selectivas parecidas.

Veamos un ejemplo. Hay muchos animales voladores, capaces de desplazarse por el aire gracias a sus alas. Por lo que sabemos, éstas surgieron de forma independiente al menos cuatro veces a lo largo de la Historia de la Vida: en los insectos, pterodáctilos, aves y murciélagos. Sí, en esos cuatro casos encontramos alas, pero no han sido heredadas de un antepasado común. En cada uno de esos grupos zoológicos la evolución propició, a su manera, la habilidad de volar. Sus alas son análogas, no homólogas.

Baste otro ejemplo, esta vez vegetal. Las cactáceas (o sea, los cactus) son plantas magníficamente adaptadas a la sequía:

cactus

No obstante, hubo plantas de familias diferentes, no emparentadas estrechamente con los cactus, que se enfrentaron a similares condiciones ambientales (calor, escasez de agua…). La selección natural hizo que, de forma independiente, adoptaran un aspecto parecido al de los cactus. Por ejemplo, algunas euforbiáceas:

euforbia

O algunas asclepiadoideas:

asclepia

Parecen cactus pero, insistamos, no lo son. No heredaron los tallos carnosos y las espinas de un antepasado común. En cada familia botánica los obtuvieron por su cuenta.

En resumen, los parecidos no implican obligatoriamente un origen común. Entonces, ¿son las pirámides egipcias y mayas homólogas o análogas? En la próxima entrada lo discutiremos.