Mundos perdidos y tierras huecas (III)

Topo mecánico utilizado para acceder a Pellucidar en las primeras novelas de la serie (fuente: http://www.pellucidar.org)

En la serie de Pellucidar, la Tierra es una cáscara hueca. Su corteza tiene 500 millas (unos 800 km) de grosor, y hay océanos y continentes en su cara interna, pletóricos de flora y fauna, como ya vimos. En las dos primeras novelas, la única forma de llegar hasta allí consiste en taladrar la corteza terrestre mediante una especie de topo mecánico. En novelas posteriores se nos dice que hay una abertura polar a través de la cual se puede acceder a Pellucidar.

Modelo de Tierra hueca con un sol central (fuente: pellucidarskartaris.blogspot.com.es)

Pellucidar no es un lugar oscuro, pues en el centro exacto de la Tierra hay un diminuto sol que ilumina a los habitantes de este mundo cóncavo. Sin embargo, el astro permanece fijo en el cielo. Hay un día perpetuo. Como el sol no se mueve, los conceptos de norte y sur, levante y poniente, no existen en Pellucidar. A falta de astros que sirvan para medir el tiempo, la percepción de su transcurso se convierte en algo subjetivo. No se le da importancia. Si prestan atención, los protagonistas podrán deducir cuánto tiempo ha transcurrido según el número de veces que hayan comido o dormido. No obstante, hay ocasiones en las que uno cree que han pasado minutos mientras que para otra gente han transcurrido semanas. Reconozcamos el ingenio de Burroughs: así, la forma de experimentar la vida es muy distinta en Pellucidar.

En esta ilustración de F. Frazetta vemos el pequeño satélite que orbita en torno al sol de Pellucidar (fuente: http://www.pinterest.co.uk)

Bueno, no en todo Pellucidar hay un día perpetuo. En torno al sol orbita una pequeña luna, cuyo periodo de traslación coincide con el de rotación de la Tierra. Eso explicaría fenómenos como el de la nutación, según afirma un protagonista. El caso es que la sombra de esa luna cae siempre sobre el mismo lugar, la Tierra de la Horrible Sombra, sumiéndolo en noche eterna.

Todo esto resulta ideal como escenario para unas novelas de aventuras, pero ¿tiene base científica un sol dentro de nuestro planeta, como algunos postulan? Nos tememos que la respuesta es negativa.

Para que surja un sol se requiere que una gran masa de gas se colapse por la fuerza de la gravedad, y que en su interior se alcancen las condiciones de presión y temperatura necesarias para que se dé la fusión del hidrógeno. Un planeta tan enorme como Júpiter, a cuyo lado la Tierra es un mundo enano, carece de la masa suficiente para convertirse en estrella, ni siquiera en una humilde enana marrón. De hecho, se ha calculado que haría falta una masa equivalente a algo más de 80 planetas como Júpiter para lograr que una estrella se encienda.

Comparación de tamaños entre la Tierra y Júpiter (fuente: el tamiz.com)

Por tanto, nuestro mundo es demasiado pequeñito para que nazca un sol en sus entrañas, a no ser que recurramos a la magia, o a que sea un artefacto construido con una tecnología inconcebiblemente avanzada, o a procesos físicos desconocidos para la Ciencia actual. Y si a ese sol le unimos el pequeño satélite que da vueltas a su alrededor… ¿Cómo podría haberse originado algo así?

En fin, supongamos que, pese a todo, hay un objeto brillante en el centro de la Tierra, contraviniendo todas las leyes físicas conocidas. Ello nos plantea otro problema: ¿podría mantenerse ahí, fijo? Nos tememos que no. Nuestra Luna lo impediría. Más que nada, porque tiene masa, y su atracción gravitatoria (la misma que es responsable de las mareas) haría que el sol de Pellucidar y su pequeño satélite empezaran a dar bandazos, cada vez mayores. Tarde o temprano chocarían contra la corteza terrestre. El interior de nuestro planeta se asemejaría al de un sonajero o unas maracas. Eso, si no reventaba antes por la fuerza de los impactos. En esta página web lo explican bastante bien.

Fuente: agrega.juntadeandalucia.es

Consideremos otro problema más: ¿y el calor?

Ese sol no sólo proporcionaría luz, sino también calor a Pellucidar. Obviamente, el interior de nuestro planeta se calentaría como una olla a presión, achicharrando a todo bicho viviente.

Pese a todo, supongamos que la temperatura no es tan alta como para acabar con la vida. En cualquier caso, en Pellucidar no hace frío, ya que abundan las junglas con vegetación tropical. El aire caliente saldría al exterior a través de la abertura polar, modificando así las corrientes de aire de la atmósfera terrestre. Esto contradice las evidencias de las que disponemos. Los polos son zonas muy frías, de altas presiones. O sea, todo lo contrario…

Y dejamos para el final otro tema interesante: el de la gravedad en una Tierra hueca, tanto para nosotros, que habitamos su superficie exterior, como para los moradores de Pellucidar (si es que no han sido antes aplastados o quemados por el sol y su satélite). Pero eso lo veremos en la próxima entrada. 🙂

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