Monstruos imposibles (I)

En muchos relatos de fantasía encontramos criaturas imposibles de hallar en el mundo real. Dragones, cíclopes, gigantes, enanos… Por supuesto, aunque seamos conscientes de su inexistencia, no nos importa. Las historias fantásticas son para disfrutarlas, así que el lector suspende voluntariamente el sentido de incredulidad, y todos contentos. 🙂

A veces, alguien intenta convencernos de que estas criaturas son reales. Internet está repleto de bulos (hoaxes, para los anglófilos) de todo tipo, y llama poderosamente la atención la credulidad de la gente que los toma por ciertos. En las novelas, nadie engaña a nadie. Escritores y lectores sabemos a lo que jugamos, y distinguimos entre lo fantástico y lo real. En el caso de los bulos, en cambio…

De vez en cuando, nos cuelgan en Facebook algún enlace a un supuesto hallazgo asombroso, que revolucionará la Paleontología o la Arqueología. He aquí un ejemplo reciente: «El Instituto Smithsonian admite haber destruido miles de esqueletos de humanos gigantes a principios del 1900». A este titular acompaña una foto:

c92ac-giant-skeleton-smithsonian-conspiracyFuente: exociencias.wordpress.com

Por lo general, el texto de este tipo de noticias es un panfleto conspiranoico acerca de los malvados científicos o historiadores «oficiales». En el caso que nos ocupa, parece que hay un complot para ocultar pruebas que demostrarían que los gigantes de los que habla la Biblia estuvieron campando por sus respetos incluso en América. Nada nuevo bajo el sol.

Pero centrémonos en la imagen anterior. Sin ser experto en fotografía, basta con verla para constatar que está trucada. El que haya gente que la dé por auténtica resulta divertido a la par que triste.

Apliquemos un poco de Ciencia básica. La cual, dicho sea de paso, fomenta el espíritu crítico, y nos induce a ser prudentes. Antes de dar por cierta una noticia, estudiémosla. Por si acaso.

Un gigante con un esqueleto así no puede existir. Es inviable. Lo demostró hace siglos un señor cuyo nombre sin duda les sonará: Galileo. 🙂

Justus Sustermans - Portrait of Galileo Galilei, 1636Galileo Galilei (fuente: es.wikipedia.org)

Entre sus múltiples aportaciones, consideremos el enunciado de la ley cuadrático-cúbica. Citamos de la Wikipedia:

Cuando un objeto se somete a un aumento proporcional en tamaño, su nuevo volumen es proporcional al cubo del multiplicador y su nueva superficie es proporcional al cuadrado del multiplicador.

Dicho con palabras más sencillas, si un cuerpo mide, por ejemplo, el doble que otro, y se mantienen las proporciones (esto es importante; insistiremos en ello), su superficie aumenta al cuadrado (en este caso, 4 veces), mientras que el volumen lo hace en función del cubo (en este caso, 8 veces).

Volvamos al esqueleto gigante. Si se dan cuenta, mantiene las proporciones de un humano normal: piernas largas, huesos gráciles… Si tapan ustedes al tipo que está de pie a su lado, diríamos que se trata del esqueleto de uno de nuestros semejantes.

Obviamente, ese gigante pesará más que un ser humano. Si la foto fuera auténtica, mediría unos 7 metros de altura, comparándolo con el individuo de detrás. Para redondear los cálculos, digamos que es unas 4 veces más alto que un hombre. Entonces, ¿cuánto pesaría el gigante?

Quizás alguno piense: «Si mide 4 veces más, pesará 4 veces más, ¿verdad? Tampoco es tanto; como los huesos son más grandes, soportarán bien el peso del cuerpo».

Pues no.

La capacidad de las piernas para soportar el peso corporal depende de su sección transversal. Según la ley cuadrático-cúbica, ese gigante 4 veces más alto tendrá unos huesos de las piernas con una sección 16 veces mayor. Un gigante con piernas 16 veces más resistentes… Qué maravilla, ¿no?

Lo malo es que el peso del cuerpo depende del volumen, y éste aumenta al cubo. Calculemos. Ese gigante pesará 64 veces más que una persona normal. Más o menos, 4500 kg. Lo mismo que un elefante indio adulto, para hacernos una idea. Y todo ese peso descansa en dos fémures largos y no muy gruesos, con las mismas proporciones que los nuestros (ahí va otra foto conspiranoica):

689a7-femurFuente: exociencias.wordpress.com

Un fémur semejante no lo aguantaría. Las piernas del gigante se quebrarían como cañas en cuanto diera un paso. Crac-crac.

Por cierto, también moriría de insuficiencia renal. El cuerpo del gigante tendría 64 veces más sangre que nosotros, pero la superficie de filtración de los riñones sólo sería 16 veces mayor. Sus órganos no darían abasto. Lo mismo podría decirse de los pulmones, y de cualesquiera otros órganos donde haya intercambios a través de superficies. El volumen del cuerpo crece desmesuradamente, en comparación.

Y estamos hablando de un gigante cuya altura es de unos 7 metros. En algunas páginas conspiranoicas se citan gigantes de hasta 11 metros. Echando números, sale alrededor de 15 toneladas. O sea, el peso de 5 hipopótamos adultos, soportado por dos piernas con huesos largos… Crac-crac.

Por supuesto, en la naturaleza hay animales de tamaño colosal. Sin embargo, no son meras copias aumentadas de los más pequeños, como en el caso de las fotos trucadas. El esqueleto de un gigante de ese tamaño tendría que ser muy diferente. La ley cuadrático-cúbica es inexorable. Para ser gigante hay que pagar un precio, como veremos en la próxima entrada.