Como ya comentamos en otras entradas (véase la de H. G. Wells), los autores anglosajones han asociado a los hongos con lo siniestro, la putrefacción, el declive, lo anormal. Poco hay de positivo o agradable, en suma.
Ciñéndonos a lo fantástico, consideremos el caso de Howard Phillips Lovecraft (1890-1937). Buscar hongos en sus obras nos proporciona una buena excusa para releerlas. 🙂 Y lo tenemos fácil: una de ellas se titula Fungi from Yuggoth (Hongos de Yuggoth), que agrupa 36 sonetos escritos entre 1929 y 1930. Abarcan desde lo onírico hasta el horror cósmico, pasando por otros difícilmente clasificables.
Veamos qué le sugerían los hongos a Lovecraft. Pese a lo prometedor del título de la obra, sólo aparecen en un verso del soneto XIV (Star-Winds):
[…] This is the hour when moonstruck poets know
What fungi sprout in Yuggoth, and what scents
And tints of flowers fill Nithon’s continents, […]
En el soneto, los hongos se asocian con el crepúsculo, el otoño, lo alienígeno, lo onírico y los poetas lunáticos. Hace que los contemplemos como si se tratara de criaturas raras, ajenas.
¿Qué es Yuggoth, y a qué hongos se refiere? Poco más se puede averiguar en el poema, así que tendremos que buscar en otra obra de Lovecraft: The Whisperer in Darkness (El que susurra en la oscuridad), escrita en 1930 y publicada en 1931.
El Yuggoth de The Whisperer in Darkness se nos presenta como un planeta situado más allá de la órbita de Neptuno. Lovecraft llega a identificarlo con Plutón, que precisamente fue descubierto mientras escribía este relato. El Yuggoth lovecraftiano no es el mundo aparentemente muerto que nos reveló la sonda New Horizons. En cambio, se trata de un lugar con extrañas ciudades, donde medra una colonia de criaturas extaterrestres de una raza conocida como Mi-go. ¿Y los hongos? Pues son los propios Mi-go; al menos, en parte.
Primordial o Antiguo, enemigo de los Mi-go (fuente: en.wikipedia.org)
Los Mi-go son citados en otra novela de Lovecraft: At the Mountains of Madness (En las montañas de la locura), escrita en 1931 y publicada en 1936. Esta obra se centra en otras criaturas lovecraftianas, como los Primordiales y los obscenos shoggoths. De los Mi-go se indica que se trata de una raza invasora del espacio exterior, la cual luchó contra los Primordiales mucho antes de la aparición de la especie humana.
Los protagonistas de At the Mountains of Madness, perseguidos por un shoggoth.
Poco más se dice de ellos en At the Mountains of Madness; concretamente, que son una mezcla de crustáceos y hongos. Un servidor de ustedes solamente ha encontrado tal mezcla en la mesa de un restaurante, cuando ha pedido un revuelto de setas y gambas (sabroso plato, por cierto; aquí tienen unas cuantas recetas). Obviamente, no era esto lo que Lovecraft tenía en mente acerca de los Mi-go. 🙂 Por suerte, en The Whisperer in Darkness disponemos de bastante información sobre estas criaturas.
Mi-go: medio cangrejo, medio hongo (fuente: en.wikipedia.org)
En cuanto a su aspecto físico, recuerdan a grandes cangrejos con patas articuladas armadas con garras. Poseen una cabeza sin ojos, llena de apéndices similares a antenas o tentáculos. También tienen alas, que les permiten desplazarse a través del éter del espacio (al parecer, Lovecraft aún creía en la existencia del éter, que no sobrevivió al triunfo de la teoría de la relatividad). Son extremadamente inteligentes, además de telépatas. Su dominio de la cirugía hace que, mediante una sencilla operación, puedan emitir sonidos con voz susurrante.
Dejando aparte su aspecto cangrejoide, los Mi-go son más que nada hongos, o algo parecido. En un momento de la novela, el narrador se refiere a ellos como «los hongos vivientes de Yuggoth». Nos dice que son un tanto fungiformes, más vegetales que animales (en aquella época, los hongos se incluían todavía en el Reino Vegetal, aunque hoy sabemos que están más emparentados con los animales que con las plantas), que poseen una sustancia similar a la clorofila, pero con un peculiar sistema nutricional que los separa de los «hongos cormofíticos». Da la impresión de que Lovecraft no entendía bien lo que es un hongo, pues «hongo cormofítico» suena tan absurdo como «invertebrado con vértebras»; palabra de micólogo. 🙂
Los Mi-go no son abiertamente hostiles respecto a los humanos, pero van a lo suyo y si interferimos con sus intereses, no mostrarán piedad ni empatía. También hacen gala de algunas costumbres enojosas, como la de extraer los cerebros del prójimo y envasarlos en unos cilindros metálicos, que pueden ser conectados a máquinas y transportados donde fuere menester.
La intención de Lovecraft, expresada por el narrador en primera persona, es que los Mi-go provoquen miedo o inquietud, y sean vistos como algo alienígeno. Y una de las formas de lograrlo es identificarlos con los hongos. La raíz «fung-» suena exótica a un angloparlante. Fungoso, fúngico, fungiforme, fungosidad… Son palabras que contribuyen a generar extrañeza en el lector. Por eso, Yuggoth, residencia en el Sistema Solar de los Mi-go, es un planeta fúngico, como se sugiere más de una vez en la novela.
Sí, da la impresión de que para los escritores anglosajones, los hongos no son de este mundo. Qué diferencia si los comparamos con los rusos, que los consideran preciados frutos de la Madre Tierra. Pero esa ya es otra historia, que será contada en otra ocasión. 🙂
Nota final: leyendo a Lovecraft, parece evidente que era un hombre culto, preocupado por estar al día y documentarse. Cita a científicos como Wegener o Einstein (con el que sus personajes no están de acuerdo, por cierto), o a recopiladores de lo paranormal, como Charles Fort. A veces podía confundirse, como en el caso de los hongos, o adoptar teorías hoy desacreditadas, como que la Luna surgió del océano Pacífico o la existencia del éter. Lo que queda claro es que, desde el punto de vista intelectual, no vivía de espaldas al mundo.
Buen aporte. Yo encontré muchisima información sobre setas y hongos aquí: hongos
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De nuevo, gracias. 🙂
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