Después de sobrevivir a la vorágine del final de curso en la universidad, por no mencionar a la ola de calor que nos aflige, aquí estamos de nuevo. 🙂
Cada dos por tres, los defensores de las pseudociencias se quejan de que la «ciencia oficial» los desprecia, o bien existe un siniestro contubernio por parte de científicos y servicios secretos para que los maravillosos descubrimientos pseudocientíficos no vean la luz, pues eso haría tambalearse las bases de la «ciencia oficial» y del mundo tal como lo conocemos. Por eso se les persigue, ridiculiza, etc.
¿Una conspiración? Tal cosa no existe. Si las pseudociencias son ignoradas o tomadas a guasa por los científicos, no se debe a lo que estudian, sino a la metodología que emplean.
La ciencia es, en esencia, un modo de hacer preguntas a la naturaleza. Como ésta tiende a no ajustarse al sentido común o a nuestros prejuicios, el método científico ha de ser riguroso. También es despiadado: si los hechos contradicen una teoría, por muy arraigada que esté, la tumbarán u obligarán a modificarla. En cambio, el método pseudocientífico es «manifiestamente mejorable», por decirlo en lenguaje políticamente correcto.
También hay un motivo más prosaico para que los científicos obvien ciertos temas: la financiación. Quien paga, manda. Si usted quiere realizar un estudio exhaustivo sobre el chupacabras, pongamos por caso, necesitará dinero. Normalmente, los organismos oficiales que financian la investigación prefieren emplear los recursos en materias como la lucha contra las enfermedades o la mejora de los cultivos. Es improbable que se gasten miles de euros en lo que no se considera prioritario. Sin embargo, en ocasiones la ciencia sí que entra de lleno en cuestiones «marginales», lo que nos lleva al título de esta entrada.
La Criptozoología es una pseudociencia que trata de hallar animales (críptidos) cuya existencia aún no ha sido probada. Por supuesto, ningún científico discute que existen especies aún por descubrir. Lo que convierte a la Criptozoología en pseudociencia es el método que emplea: recopila anécdotas y pruebas endebles, se basa en el folclore y poco más. El enfoque científico, cuando se ocupa de estos temas, es bien distinto.
Estatua de Bigfoot (fuente: es.wikipedia.org)
Centrémonos en un caso concreto. Desde hace siglos, en distintos lugares del mundo ha habido avistamientos de extrañas criaturas bípedas humanoides, o circulan leyendas sobre ellas. Los criptozoólogos afirman que esto se debe a que existe una especie de primate de gran tamaño, desconocido para la ciencia. O quizá más, quién sabe. En el Himalaya recibe el nombre de yeti o migou; en Norteamérica, bigfoot o sasquatch; alma en Mongolia y Cáucaso; yowie en Australia; etc.
El atractivo del tema es innegable. Periodismo sensacionalista, cómics, series de TV y novelas dan protagonismo a estos esquivos humanoides. Entre los más conocidos, tenemos el excelente Tintín en el Tíbet, de Hergé, con un migou al que se le llega a tomar cariño. O los seres de las cuevas de Los devoradores de cadáveres, de Michael Crichton. O series de TV y películas, como Harry and the Hendersons. Podríamos rellenar páginas y páginas con muchos más ejemplos.
Para los criptozoólogos, ¿qué podrían ser estos seres? Tal vez descendientes del gigantopiteco, un enorme primate emparentado con el orangután, extinto hace miles de años. O poblaciones relictas de neandertales o denisovanos. O híbridos entre humanos y otros primates. O una criatura totalmente nueva para la ciencia, quizás alienígena.
Pese a la cantidad de avistamientos, no disponemos de fósiles de yetis o seres similares. Los restos biológicos recogidos son dudosos. Básicamente, los criptozoólogos se basan en relatos de testigos, fotografías o vídeos borrosos y el folclore local. Sin embargo, los criptozoólogos no se desaniman. Más aún; se lamentan de que la «ciencia oficial» no se ocupe de un tema tan trascendental y…
Eh, un momento. Resulta que hay artículos sobre el yeti o el bigfoot en revistas científicas de postín. Están a disposición de quien quiera leerlos (en inglés), y sus resultados son muy, pero que muy interesantes. En la siguiente entrada comentaremos alguno de ellos, lo que nos servirá para comprender cómo se hace ciencia. Y también nos dirá algo sobre el yeti, por supuesto. 🙂